Ay amado mío
como extraño
tus besos
cuando estábamos
juntos bajo los
palmares.
Los dátiles,
tan dulces
almibararon
tus caricias
bajo las estrellas.
Tú dibujaste
mi nombre
en el cielo
del desierto.
Tan brillante
tan hermoso
aquella noche
de luna llena.
Y el amanecer
nos sorprendió
con un sol gigantezco
en medio de la nada.
Era un paisaje
casi lunar.
Mas estábamos
aún en la madre
tierra bendeciendo
el fruto de
nuestro amor.
Ya nadie
nos podrá
separar.
Tú eres para mi
mi cielo y yo seré
agua que calme
tu fuego.