bernardo cortes vicencio

EL AMARGO SEDANTE DE ESE ECO AFILADO



Te regalo un mapa absurdo de aire desterrado 
embalsamado de nostalgias 
te regalo la geografía hundida en mi anónimo 
de llamarte tantas veces 
porque yo te amo en tu silueta adormecida junto a la cama. 

Petrificado en el espejo 
como despojo repetido donde eructa el sótano abandonado
de esta imagen que intenta disimular al hombre invisible 
de su rasgo humanoide que me refleja.

Te regalo mi huella
como un castillo de naipes de convertirse en lamentos 
cuando se desmorona 
cuando se hunde 
cuando se deshace 
con esta abreviatura presente que flota en las paredes 
del mismo aire con su misma brisa 
en esa boca inestable de hacerme un teatro silencioso
donde palidece cada línea expresiva de mi ventana.

Te regalo un suspiro de nieve tan fría tan helada 
con la luz apagada de mi extraña costumbre de nombrar 
y nombrarte
y remitir entre los vientres cóncavos de mis manos 
buscándote en la claridad más pequeña
de mi ternura vacía. 

Te regalo el olor cansado de mi cigarro inmóvil. 

Cuando él me hace sombra de levantarme tantos murmullos
a mi insomnio desfigurado 
tantas noches 
sobre el resto húmedo de tu sonrisa 
que retumba en mi desolado paraje 
de que estoy solo 
triste 
deshabitado . . . 
. . . .en mi almohada. 

Te regalo el remolino obscuro 
un escalpelo amoroso 
de cortar promesas indecisas con mi gesto 
sobre la marea rutinaria contraída en la mejilla 
de mi rostro.

(Breve analgésico donde retoza aquel ajedrez a contraluz.)

Te regalo una cantera persistente de repetir 
y repetir. . . 
y repetir. . . 
y duplicar. . .
y repetirme 
el amargo sedante de ese eco afilado 
que me ha convocado a mi estremecimiento final .