Mi padre
Mi padre quiere que viva en La Serena,
que tenga profesión, que nunca me divorcie,
mi padre dice que la salud es lo primero,
que mañana quién sabe y que los amigos, callampa.
Mi padre trabajó desde los trece,
desde los ocho iba descalzo a buscar leña,
nunca supe cómo se conocieron con mi madre,
se que hizo el servicio en Santiago, en Santa Rosa,
bajo el último mandato de Alessandri,
sé que de ocho hermanos sólo él lleva flores a la tumba de mi abuela.
Mi padre vive solo en la casa en que vivimos juntos
con mi madre, mis hermanos, con una tía y sus pequeñas guaguas.
Cada vez que lo visito me regala naranjas de su patio,
pasas que él seca, porotos que comercia en Coquimbo o en Ovalle.
A veces viene a verme, a que lo acompañe a comprar ropa
no en las multitiendas sino en franklin,
en el persa de la calle Bío Bío.
Mi padre me regaló mi bicicleta cuando niño,
antes de eso él me llevaba en la suya hasta la escuela,
me pegó pocas veces, pocas veces dio cariño,
pero olvidó de inmediato las faltas cometidas
y, al hallarme, al día siguiente de haberme ido de la casa,
sólo dijo jetón , cómo se te ocurre, anda
que tu mamá te espera, anda
que tu madre está que llora de los puros nervios.
Mi padre no se ha muerto porque dios es grande,
yo me pongo en su pellejo y no sé qué diablos haría
con tanta sin razón, con una suerte así de perra.
De hecho yo no sé qué hacer con mi destino,
sólo sé que su sangre corre por mis venas,
ahora sobre todo que sus manos ya se atrofian
y que mi hijo me pregunta cuándo vamos a ir a ver a los abuelos.
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10 03 13