Noche de viernes.
Reunión con amigas.
El tema de hoy: los tropiezos afectivos.
Alguien habla del hematoma de su primera caída.
El resto va contando su primer golpe.
Es mi turno.
Conocen mi currículum.
Bromas sanas, con afecto.
Amigas desde hace treinta años.
Una de las comensales me pide un resumen.
Inhibida y colorada sólo digo:
“De tantos tropiezos ya sé cómo caer”.
Lo celebran aplaudiendo.
En medio del debate con café las miro.
Las saludo con la mano y una sonrisa.
Me preguntan y respondo:
“Me encuentro más erguida que nunca
al haber aprendido a caer con elegancia…
Y al conocer al caballero
del coche negro que me espera…”.
Amorosas se alegran y aprueban.
Subo al auto.
Mi compañero me pregunta
si todo estuvo bien.
Y respondo:
“Elegantemente bien”