A la diestra del pan reza el trigo
fecundo su oración de espigas,
a merced del cielo la noble semilla
prodiga en el nombre del padre sus besos
de grana dorada y ofrenda ante el hijo
del hombre su carne robusta y su sangre
de fécula blanca como leche cruda.
Herido el costado del grano sufriendo el
molino que estruja, el trigo repite incesante
su oración de espigas y en gesto solemne se
ofrece a las bocas ansiosas que aguardan
en cualquier mesa su pan oloroso.
En el nombre del hambre del hombre
y del pan, por los siglos de los siglos
así sea.