Me creí testigo de tentaciones,
sin embargo fui blanco fácil
para el fracaso.
Mi autoestima no ayudaba
en conversaciones
cuando manifestaba lo impuro
del cruel ocaso; que,
suspicaz vista,
me alejaba de tu presencia.
Fue así que conocí la niebla;
y una tormenta inquieta,
que con el viento
desnudó tu ingenua esencia.