...Como tenía un hambre de cien años
robé al hombre rico una migaja de pan.
... Y vinieron entonces dos robustos guardianes
y, sin oír mis lamentaciones,
me lanzaron a una obscura mazmorra
donde hambrientas alimañas comieron,
voraces mi carne, ya fláccida.
¡Cómo rieron mis carceleros¡
... Y al dejar la obscura mazmorra
cien años después de padecer
muchos friolentos inviernos
sin ningún ropaje que cubriera mi escuálida piel,
leí en un periódico:
ALTO POTENTADO
... Y el individuo, en vez de ir a presidio,
fue agasajado.
Esa es la justicia de este mundo.