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Fumata blanca: la contradicción de un imperio

 

Ya fuera; blanca, rosa, verde o naranja… para nada me importa.

Que más me da el personaje o el nombre con que nos regalarán al próximo supremo del vaticano...

Si es que, fuera cual fuera, proseguirá permitiendo los tantos horrores, callando sobre la importancia de sus olvidados deberes. Mientras da, (con cara de santo), su peculiar bendición e imparte bautismos.

Venga, junto a ésta (la “fumata”); una elocuente sensatez falta de hipocresía. Recuerden, con sus actos, el mensaje que fundó el que hoy es su imperio. Tengan la vergüenza y la valentía que, para nada, antes tuvieron.

Vendan sus obras de arte. Vendan todas sus propiedades, y pongan los beneficios al servicio del pueblo. De un pueblo de feligreses que, sin techo y hambrientos; padecen lo indecible, sufren sin necesidad de sufrimiento, agonizan y mueren.

Dejen de abogar por el cielo, de simular pintar con el rosa y darle azul a sus plegarias, cuando al callar, defienden los intereses del diablo y la fe de los infiernos.

Quiero de nuevo, verles caminar con sandalias y túnica, comer mendrugos de pan, y contemplarles beber, de las fuentes, su agua.

Quiero reconocer en ellos la cruz que Jesús llevó, y no el maquiavélico gesto del poder, que derrama vinagre sobre las heridas.

318-omu G.S. (Bcn-2013)