han-jael

Dei II

 

No me toques por vanidad,

pues se disolverán mis voluntades,

mi orgullo y dignidad

se volverán debilidades.

 

No me hables al oído,

deja de engañarme,

desde siempre te he querido,

no hay necesidad de chantajearme.

 

Si te acercas anularas mi fortaleza,

mis odios y rencores

y no quiero perdonar tus desplantes

y recordarlos cuando no cumplas tu promesa.

 

Si como tú deseas

es como he vivido

y no he logrado que me quieras

ni darte para ello un motivo.

 

Ya no quiero ser tu títere,

eso mucho me ha dolido,

pues pareces complacerte

en lo mucho que he sufrido.

 

Adiós no he de decirte,

mas voy amarte sin medidas

será con amor que he de herirte

hasta que un “te amo” tu me digas.