No me toques por vanidad,
pues se disolverán mis voluntades,
mi orgullo y dignidad
se volverán debilidades.
No me hables al oído,
deja de engañarme,
desde siempre te he querido,
no hay necesidad de chantajearme.
Si te acercas anularas mi fortaleza,
mis odios y rencores
y no quiero perdonar tus desplantes
y recordarlos cuando no cumplas tu promesa.
Si como tú deseas
es como he vivido
y no he logrado que me quieras
ni darte para ello un motivo.
Ya no quiero ser tu títere,
eso mucho me ha dolido,
pues pareces complacerte
en lo mucho que he sufrido.
Adiós no he de decirte,
mas voy amarte sin medidas
será con amor que he de herirte
hasta que un “te amo” tu me digas.