(Managua, septiembre de 1988)
¡Ya vete, vete de una vez!
... pero quédate por favor,
quédate conmigo.
¡Aléjate! Mientras más, mejor.
... pero por favor,
¡Abrázame! -te lo pido-
¡Mátame, condéname!
-A tu adiós sin motivo-
... pero por favor,
levanta de mí el castigo...
de la indiferencia;
-que es el peor veneno-
y has que sea otra vez bueno.
Tu ausencia me hizo miserable
Tu decisión ha sido condenable.
Porque no se abandona así,
al que a sabiendas puedes matar.
¡Matar!
¡OH Pecado nefasto!
¡OH Pecado capital!
¿Es que no has visto que al llorar
se muere un pedazo del alma?
... y eso, eso, no se puede perdonar.