Postrada sobre un camastro yacía la esperanza de la vida y de un nuevo amanecer, estaba enferma, su cansado cuerpo ya no la sostenian. Su cuerpo se estremecía, pero aun tenía fuerte su corazón, así que trató de levantarse una y otra vez, hasta que por fin lo logró. Las manos de la esperanza se sostenían de las raíces del alma y del corazón. A pesar del mal tiempo extendió sus manos y sonrió al mismos creador. Quizás sus pesados huesos la imposibilitaban para caminar, pero con las ganas de caminar pudo volar y así la esperanza cambio de color. Ahora su ropaje es mas bello que el arco iris y sus su cuerpo es más grande que el de la fe. La esperanza tiene su propia luz y se hospeda en cualquier corazón que le de luz y fe. La esperanza y la fe viven en vinculación por que ambas residen dentro del corazón. La esperanza vive si la alimentas cada día con trocitos de fe y eslabones de amor. de ara