Trigo tan débil naciendo
en la tierra asoleda
esa espiga dorada
que guarda en sus entrañas
unos granos cosas raras
que tienen el alma blanca.
Si el pan pudiera hablar
de las cosechas maduras,
alimentando las mesas
de la pobreza lejana
a la casa de los tiempos
donde te adoran con ganas
en una pequeña cena,
para alejar la condena
del hombre en su espacio.
Al tomarlo es como prefacio
de esta vida que aún cuenta,
nada por lo pequeña
y tanto por el amor sagrado.