Hugo Emilio Ocanto

Haz tu valija y márchate (Monólogo- Parte dos-Final)

Me tensioné totalmente por el

momento que pasé con mi hijo.

Me senté, sentí mi pecho dolorido, oprimido.

Entrecerré los ojos, con los puños crispados.

Traté de calmarme. Sintiéndome mejor,

me dirigí a mi habitación, y grande fue

mi sorpresa cuando encontré a mi esposa

sentada en la cama.

¿Despierta? qué extraño en ti,

tienes un sueño tan profundo...

córrete un poco, así ocupo mi lugar,

sino he de acostarme con medio cuerpo

fuera de la cama... te sonríes...

esa fue mi intención. Es bueno sonreír

a esta hora de la madrugada...

Obviamente, al encontrarte despierta

supuse que así ha sido. Has escuchado

nuestra conversación... Ah, tú dices que no

era conversación...tienes razón,fue una discusión...

no he podido controlarme... es inmenso tu amor de madre,

también yo tengo mis sentimientos. Recuerda

que entre los dos hemos hecho que llegase al mundo.

Lo encargamos con un profundísimo amor,

nació, y por segunda vez fuimos inmensamente felices

al recibir un nuevo hijo.

¿Que estuve muy drástico?...sí, querida,

estuve muy drástico. Le dije lo que pensaba.

Vive en las nubes, y pretendí apoyara sus pies

sobre la tierra.

Me estás diciendo que tuviste la intención de unirte a nosotros... hubiésemos sido una trilogía.

Madre, padre e hijo... tal vez hubiese estado también

el Espíritu Santo... él siempre está con nosotros,

pero en ese momento, en esa situación,

no me di cuenta de su presencia.

Estaba ofuscado, y lo demostré.

Mi actitud hacia nuestro hijo, me dolió

más a mí que a él. Lo sentí cuando se retiró,

cuando le exigí se fuese a dormir...

Lo que más me dolió, fue su puño levantado,

en actitud de pegarme...

¡qué santa madre eres, querida!

Bendito sea el día en que te conocí,

y mucho más el día en que nos casamos.

Después de ello, nuestro amor nos llevó a tener dos hijos...

¿entonces no he estado bien en compararlos?...

son dos personalidades...

soy muy consciente de que los dos son mis hijos...

está bien, no tenía que habérselo dicho.

Estuve muy ofuscado, y ofendido porque me levantó

la mano... Dios se la detuvo en el aire...

pero yo sentí dolor en el alma...

no podía creerlo...siempre lo hemos ayudado,

siempre lo hemos amado, a ambos...

Es el menor, sí, pero tendría que ser más responsable

de sus actos... no es que lo quiera menos,

al contrario, es al que más he consentido...

mi amor es muy profundo hacia mis dos hijos,

sin distinción... tú siempre me haces entrar

en razón...soy muy precipitado, y mi hijo,

el que levantó su mano hacia mí, su personalidad

se asemeja a la mía, fíjate si no he de quererlo...

lo quiero, sí, más, lo amo... solo pretendo que cambie.

Se está haciendo daño... No, no es malo... es un vagoneta...

Querida, trata de dormir, discúlpame por haberte

despertado por mis gritos... me alteré, y dije lo que pensaba.

Tratemos de descansar... abrázame, abrázame fuerte...

encargamos a Dios con todo nuestro amor

a nuestros dos hijos, y nos lo otorgó...

déjame estrecharte entre mis brazos,

me siento un niño más tuyo... ya tienes

tres niños... déjame dormir entre tus brazos, mamita...

dame la paz que necesito, cuando se inicie el nuevo día,

tal vez, creo, mi alma se haya aplacado...

Duerme querida, duerme, y transmíteme tu paz...

(En la mañana, en la hora del desayuno,

padres comenzando a desayunar.Llega hijo)

Buenos días, hijo, siéntate.

(Hijo besa a su madre, y a su padre, éste se emociona)

Hoy se me ha ocurrido hacer las tostadas a mí,

pero no estoy mucho en el asunto,evidentemente.

Se me han quemado. Tu madre quiso hacer otras,

pero yo le sugerí las dejara. Dicen que si están un poco quemadas,

queman las grasas. Si no te agradan, tienes galletitas...

Claro, les pasas un poco el cuchillo, y lo quemado se va.

Me alegra tu decisión de comerlas como están...

(Silencio momentáneo mientras desayunan)

¿Quieres te sirva más café?

está bien caliente, como tú lo tomas...

aquí tienes...

parece que te han gustado las tostadas quemadas...

me alegro mucho así sea...

pero te prometo que a las próximas les dedicaré

su debido tiempo en controlarlas...

No tienes que pedirme perdón, hijo...

lo que pasó anoche, ha sido debido

a que tú no estabas sereno por tu estado...

de tardanza en llegar a la hora que lo hiciste.

Mi estado anímico tampoco era el mejor,

debido a que no estoy acostumbrado

a estar levantado sin dormir a la hora

que nos encontramos.

Pero ya pasó...

¿Qué dices?... pues me alegro mucho hijo

por la decisión que has tomado,

me parece magnífica... seguir con tus estudios

te beneficiará, y mucho...

gran alegría para mí... alejas mis penas...

tu madre y yo hemos estado conversando

referente a lo que sucedió esta madrugada,

hagamos de cuenta que todo ha sido un sueño...

que no existió... solo un sueño debemos considerarlo...

quiero que permanezcas junto a nosotros...

lo que te dije, estuvo integrado en ese sueño...

olvidémoslo... tu madre y yo te amamos...

y estamos conscientes que tú nos amas...

el amor entre padres e hijos es muy importante

en la vida... olvidemos los malos momentos del pasado,

y vivamos el presente, demostrándonos el mutuo

amor que sentimos...( Ambos, padre e hijo, se miran,

con devoción, con alegría, con amor... ambos se levantan,

se acercan uno al otro, y se dan un abrazo. La madre

se acerca a ellos. Los tres están unidos, abrazados,

sonrientes, felices, con inmensas alegrías en sus almas,

las cuales, humedecen sus ojos con lágrimas...

de felicidad)

CIERRA TELÓN.

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 14/03/2013)