El viento regañaba a los arboles estaba muy enojado soplaba y los mecía y crujían sus ramas, yo no sabía porque les hacía eso así que no me moví.
Seguí recostado bajos esos sabios regañados observando los mensajes del viento, los mensajes de la tristeza, los mensajes en las nubes que pasaban cubriéndome el sol
Tan grande el regaño que soltaron sus hojas y estas cayeron sobre, mi sentí miles de ellas sobre mi cuerpo. Cayeron para cubrirme. Fue el golpe de la hoja muy diferente así que no me moví, esa fue mi decisión. Estuve inmóvil hasta que morí mi vida se terminó y morí.
Con tiempo me fundí y fui uno con la tierra nutrí el suelo volví a ser útil y fértil, abrí mis ojos y de nuevo fui vivo. Renací.
Uno con la tierra corrí por las raíces de los cipreses debajo de los bosques así conocí la tierra desde abajo, vi el mundo desde arriba atraves de sus copas, camine tanto que sobrepase los bosques hasta conocer el progreso cuando fui hiedra y un hombre intento arrancarme del suelo; la tierra me quería con ella y me sostuvo.
Me di cuenta que los caminos de las raíces fueron quemados y las altas copas desde donde miraba las huellas del progreso fueron cortadas. Tal vez no querían que me diera cuenta que ya no me quedaba a donde andar.
Sobreviví años fluyendo pero los humanos artificiales me llevaron cerca del progreso, me dijeron donde crecer y también me dieron forma.
Los humanos dueños de la evolución y del sentido común no admiten la libertad.