Me niego a seguir los pasos que me imponen las mentes,
desato todos los vientos que hablan en mis sombras
y libero las manos de los lápices
que se marchitan tomando el agua del florero nuevo.
Soy tan yo, tan libre, tan silvestre que la pradera
no se asombra de verme morir en sus caderas,
ni el pájaro escapa al advertir que sueño dentro de su nido.
Soy tan transparente que el agua de tus ojos me llora sin saberlo
y respiro tu silencio como mariposa ciega.
Y juego a perder mi sangre en tu latir cada día
en que celosas las acuarelas me desdibujan el arco iris
que inventaste para mí…
Basilisa