No perdonaré las horas que sobrevengan
si han de tener los días
poco de ti, que sean largos en mis versos
y que vuelvan cuando agitado llame
clamando por tus ojos.
Mucho del brillo de la aurora
he perdido, cuando, amaneciendo, los débiles
ruegos de la luz hallan cabida en tus recuerdos.
… y pasan raudos
los deseos, en ensoñaciones lánguidas
mientras termina de alborear, el sol
filtrando claridad a través de las nubes
desgarradas…
Te dejaré escapar y no te irás
sino que en mis poesías, como quedan
las moléculas de agua en el ambiente,
quedarás, voluble e impalpable.
Masaya
14-02-13