Hoy en el espejo
otra mujer me mira
Ella con prisa,
sobre su cuerpo desliza
el vestido color tiza
Muy sensual contornea
su apariencia madura
Caprichosa, coqueta,
como el jazmín
que en la glorieta
perfuma el aire
de un aroma
inolvidable
El frenesí
la delata
en su mirada
¿Acaso, Cupido
la despertó ardorosa?
Quizás fue un duende
sin permiso, desatado,
enredado en sus brazos,
con ansias locas
de amante trasnochado.
Y fue la madrugada,
sin luna iluminada,
sagrado territorio,
un Olimpo imaginario
en que bebió sin tiempo,
el néctar de sus labios,
hasta el despunte del alba.
Cual onírico presagio,
aquel banquete divino
le encendió la sangre
con pasión desenfrenada.
A su puerta el cartero
ha llamado
trayendo un hermoso recado
Son cartas de un país lejano
huelen a madreselvas y naranjo,
escritas en tiempos de guerra
para templar la ausencia
Son cartas de su amado amante
viajero distante, peregrino
que a vuelto del olvido
deseoso de anclar
y construir un nido
Hoy en el espejo
otra mujer me mira,
mientras la brisa
sopla de repente,
una mueca tierna
dibuja en su risa
Ante el espejo
otra mujer me mira,
sin vacilar,
se aleja ilusionada
a encontrarse con la vida
cara a cara
Elida Isabel Gimenez Toscanini