¿Dónde ha de encontrar consuelo,
mi atribulado corazón?,
de mí, alma arrancada,
de ti, mujer del alma mía,
¡cómo muere el corazón!
¡cómo sufre ésta alma mía!,
¡hay!, de amores carentes de razón,
¡hay!, de mi razón huérfana de amores,
del sol es el ocaso,
y de la luna no es el sol,
¡oh!, infame noche de su alma,
de su alma, la mía,
tan banales fueron,
los segundos que quemé,
y tan superfluos
los instantes que se fueron,
que sin alma me quedé,
sin ella, la del alma mía.