No queda nada en la garganta
La saliva pasa y es amarga
Él al viento su melancolía canta
Y su agonía se hace larga
¡La muerte a la noche espanta!
Como una rosa ya marchita
Como lágrima en la mejilla
Una voz susurra de cerquita
“Muérete” y clava la chuchilla
Él, su dolor en silencio grita.
Las hojas al suelo sin detenerse
Su voz entre recintos cerrados
Su alma está por desprenderse
Sus recuerdos quedan enterrados
Sus ojos lloran sin contenerse
A algún lugar ha ido su canción
En esta tarde nadie le llora
Muere solo y sin consolación
Nadie, a Dios, por su alma implora
Nadie pide del cielo compasión.
En mudez quedo la habitación
Quedo el féretro en el rincón
De aquella sala de velación
Donde está el cuerpo del bufón
Inerte y sin hallar redención.