Desde pequeña se notaba
que la música me gustaba.
Primero iba a ballet y dicen que muy bien bailaba
y recuerdo que hacerlo me encantaba.
Luego un poco de piano también aprendí
y hasta a cuatro manos toqué y me sorprendí.
Me quedó pena lo confieso de no seguir
porque la música siempre me gustó sentir.
En mi casa también mi hermano su cuota daba
ya que la música apreciaba
y vaya que sus parlantes rebotaban.
Su música se escuchaba desde la esquina
pero de la buena, nunca dañina.
Siempre me gustó escucharla
y me encanta apreciarla
ya que además, a la soledad
la espanta de verdad.
Ahora más que nunca aprecio su sonar
porque de ti me vine a enamorar.
Me has inspirado a escribir poesía
y esta es hija de la música te diría.
La música es amor en busca de palabras
que acompaña con melodía, ritmo y armonía
y hace que el corazón se abra
al sentir los acordes que tanto ansía.
La música es el verdadero lenguaje universal
que siempre nos da una señal.
Cuando estamos solos nos hace reír, nos hace llorar
y a veces hasta solos también bailar.
También siento que me da libertad
y llena mi corazón de emotividad.
Me has regalado varias canciones
que llenan mi ser de bellas emociones.
Yo también te he regalado algunas
pero ninguna de cuna.
Ambos regalamos canciones de amor
donde queremos expresar nuestro querer
ese que al vernos nos da calor
y al tocarnos nos da placer.
Esas melodías también son alimento del amor
ya que se regalan con pasión
y generan nuestra propia canción
que a nuestra vida nos da un exquisito sabor.
Sabor a ti, sabor a mi
interesante mezcla la que bebí
que me ha emborrachado de ti
y quizás tomar tanto no debí
porque la cordura perdí
y ahora solo soy para ti.