Antonio Fernández López

JARAMAGO.-

 

 

     Ha sido jaramago, escándalo amarillo,

cuyo trasunto en flor humilde se estremece

mientras borda brisa fresca en los caminos.

 

     De su arcana semilla,

junto al arcén postrada,

escombro, olvido,

al parecer simiente de la nada,

este abril, de goces rencoroso,

ha penetrado las oscuras galerías,

ha barrenado los hilos de la vida

con húmedo vigor,

y ha logrado el milagro.

La explosión ha sido en verde,

y el culmen amarillo, como un manto de oro.

 

     Lirio morado pudo ser, pudo ser cardo,

amapola sangrante, margarita.

¡Tanto azul incorruptible,

tanto sol implacable,

tanto polvo acumulado en las orillas,

tanta plegaria inútil!.

 

     De imposible embarazo, parto al fin exuberante.

Se llama jaramago y culmina, de momento, los anhelos,

reconcilia los temores del desierto,

a la vez que proclama

la síntesis de vida que aguardaba en la tierra

su preciso momento de hornacina,

de esplendor, de insultante presencia.

¡Aquí está para contarlo!.