Luis Elissamburu

Las vertientes.

Me parece que vienen,

de lejanas montañas.

Como brutales torrentes,

arrastrando las piedras

y puliendo mi alma.

 

Pero terminan extinguidas,

como hilos de plata.

Frescas, alegres,

sumamente puras

y por supuesto, escasas.

 

Es cierto que la sed,

totalmente apagan.

Si no llegan nunca al mar,

es porque se dejan enamorar

por la tierra sembrada.