Quien se mire
en un espejo
y vea solo
una rosa,
y se olvide
que cada rosa
tiene una espina...
Y esa espina
otra y así
infinitamente.
Que rosas y
espinas somos.
Sufrimos y hacemos
sufrir a algunas
veces sin querer
al que más quieres.
Por eso pido
disculpas.
Que a veces
esas espinas
tocan más
de lo oportuno
y llegamos a decir
más de lo querido por
el arrebato del impulso...
Mas aquí estamos
sin vagones
ni trenes que pasen
ni recojan.
Porque Penélope
hace rato que
se quedó en el
andén y sin
zapatos.