Con los ojos abiertos
sueño que recoro los recodos prohibidos de su cuerpo,
mientras paso mi mano con delicada agresividad
y beso con insensatéz el almibar amargo de su sexo.
Sueño también que, como hormigas,
mis dedos caminan incesantes por sus muslos,
mis dientes muerden su pecho,
mis brazos abrazan su espalda
mientras trato de aprisionar sus suspiros.
A veces, mientras sueño,
explotan orgasmos intensos cuando imagino
sus fuertes disctretos gritos y su mágica realidad.
Húmeda mi cama,
siento un mordisco en mis labios, siento un par de pies extra,
me seduce una lengua indecente y con los ojos abiertos mientras sueño
veo sus ojos.
Un collage de parte del cuerpo danzando irregularmente
mietras dos corazones
en un mismo pentagrama, suenan y resuenan acompasados
al unisono con los gemidos,
y nos olvidamos de las comas y los silencios
nos perdemos en un mar de linos.
Es cuando despierto con él a mi lado
diciéndome:
"Sigamos soñando".