Yo que me saqué el vestido
sin saber que mas hacer.
Hoy me siento enloquecer
sola en mi mundo perdido.
Triste destino es el mío
llevando esta vida cruel
que me exhibe en anaquel
con juicio feroz e impío.
Sabe el hombre de placeres
surgidos del bien y el mal,
teniéndose por normal
servirse de las mujeres.
Viviendo en doble moral
sacia deseos e instintos,
mientras valores sucintos
guarda en su propio morral.
-Ay de mí que en un instante
te llevé hasta el mismo cielo
y hoy me miras con recelo
dándome trato cortante.
Es este destino ingrato
camino de desazones,
amargo en desilusiones
cual látigo del maltrato.
No justifico en razones
los juicios de olor malsano
si todo decir es vano
en cerrados corazones.
Y yo sin quererlo hacer
sin más dote que mi cuerpo,
soy de mujer anticuerpo
de ignominioso placer.
A cualquier hombre soy fiel
para saciar apetitos,
sosteniéndome a palitos
mis ascos sobre la piel.
-Ay de mi mujer rasgada
maquillada de alegría,
sirvienta soy de una hombría
de probidad desvirtuada.
Soy mujer condecorada
con estigma de impureza
estandarte de rareza
en prejuicios inmolada.
Soy palabra impronunciable
que late en boca juiciosa,
murmullo en voz veleidosa
que de obsceno es miserable.
Llamarme libidinosa
zorra, puta o de la calle
es epíteto en detalle
de apuesta pecaminosa.
Cuando mujer me censura
diciéndome callejera
incauta moral libera
con acento de amargura.
Soy mujer de las mil caras
vagando entre dos extremos:
el de pecados supremos
de caridades avaras.
Y aquel de los olvidados
para la ética invisible,
donde en desprecio plausible
del honor son despojados.
-Quién es mas digno pregunto
sin esperar ya respuesta,
el que conmigo se acuesta
en nido de amor trasunto.
Quien con su dinero a cuestas
todos apetitos sacia.
O yo, que en esta desgracia
de sus deseos doy cuentas.
Diga de mi lo que quiera
perfúmeme de desprecio,
que su crueldad es el precio
que a su consciencia incinera.
Yo me levanté el vestido
pero no me saqué el alma
me carga Dios en su palma
con amor fortalecido.
Me mira usted sorprendido
poniendo su cara seria,
si para paliar miseria
ha sido que me he vendido.
-No quiera ahora negarme
el derecho que me asiste,
mientras mi cuerpo desviste
insistiendo en condenarme.