Escribir un poema bañado en lagrimas,
que tristeza más grande para un poeta desilusionado.
Llorará cada noche,
creará versos para su amada,
pedirá todos los días su regreso
y a la hora de acostarse
entregará su alma al ángel de la muerte.
Tratará de desahogar sus penas sumergido en una botella
pero antes de lo pensado,
terminará en la misma mesa,
sentado en la misma silla,
escribiendo con la misma pluma y el mismo tintero,
hablando sobre su fallido amor eterno.