Desperté con enormes deseos de atraparte en la tristeza más absurda por la misma razón que me martirizaba desde que tu memoria empezaba a desvanecerse en mi vida
No tenía sentido el hecho de pensarte, no había nada de sentido el estarlo, no podía sucumbir a tus encantos ahora
Te habías ido porque te despedí de mi alma pero te quedaste en mi corazón porque de ahí olvidé la clave para eliminarte por completo
No era justo conmigo ni contigo, pero en un ademán un tanto inocente, empecé a escuchar de nuevo aquellas canciones que me incitaste a cantarlas porque sabías que mi pasión eran las melodías góticas y los sueños rotos
El hecho de saber que también escuchabas esas canciones, el pensar que con algunas de ellas me recordabas, me hacía sentirte cerca, como si no te hubieras ido
Sentía el calor de tus abrazos tan ardientes en mi pecho como la primera vez que ambos formamos un bellísimo dueto y me envolviste con el arraigo más profundo, queriendo tenerme en tu vida siempre y yo te respondía queriendo no soltarte nunca; nuestras palabras estuvieron de más en esos momentos, porque el abrazo era más fuerte que las mismas palabras
Sin embargo escuchar sola las mismas melodías que te cantaba y viceversa, gritan ahora que pudimos tenerlo todo y ahora no somos nada...
¿Alguna vez lo pensaste?