María

De noche

Hastiada, me duermo.

Sólo unas horas.

Despierto agitada.

Ritual noctámbulo.

Música. Libros y cuadernos.

Comienza mi deleite.

Leo. Escribo. Me elevo…

De repente percibo que la noche va a rendirse.

Desalentada, le ruego que serene su latido.

Sé qué jornada me espera.

Una más.

Y le pido  al alba que, por hoy,  salve mi alma.