"El amor en el diario vivir/ puede ser una lágrima más por derramar,/ por ser mentira que nos hace sufrir/ o verdad que nos hace llorar".
A veces el amor se desorienta, se desvía
y ya no sabe cuál será el camino cierto,
como tú cuando crees que sueñas todavía
y resulta que llevas mucho rato despierto.
En ocasiones el amor se aminora, se pierde,
se hace imperceptible donde estaba anidado,
como alguien que espera que se le recuerde
y tarde se da cuenta de que lo han olvidado.
Puede el amor de repente hasta morir de frío
pues quien le daba calor ahora no lo cobija,
dejar de sentirse como antes, algo muy mío
y de ser valioso, pasar a ser una simple baratija.
No es extraño que el amor cambie de aspecto,
que de ser su base la risa, ahora lo sea el llanto,
que desmejore hasta dejar de parecerte perfecto
o que sí lo sea... pero ya no te parezca tanto.
La oscuridad ha sido su aliada, pero a veces no,
algunas cosas oscuras muy poco le funcionan,
como el viento que queriendo soplar no sopló
porque siente que sus fuerzas ya lo abandonan.
Y de ser un huracán que soplaba imparable,
ya ni siquiera como una brisa se llega a sentir,
el amor no vive ante una muerte inobjetable,
como un poema que nunca se llegó a escribir.
El amor se aferra al perdón, a la esperanza,
se mantiene lánguido como vela casi extinguida,
pero a veces se debilita, se agota, se cansa
cuando deja de palpitar lo que le daba la vida.
Puede el amor ser como un viajero, como tú o yo,
vociferando mil protestas en contra del destino,
batiendo contra el suelo la brújula que se descontroló
y no le permitió hallar más nunca su camino.