Murialdo Chicaiza

Acuarela

  

Tardes grises, tardes grises,

el corazón tarda en acostumbrarse

al llanto agónico de la lluvia:

Son cubos entrecruzados y grises

sobre la tela del éter plomizo.

Un color de frío y de guerra,

de trinchera sin sangre.

 

Por mi mente pasan pingüinos

de pecho blanco y luto.

¡Por mi mente pasa mi infancia,

me llora al oído y siento

su nariz y orejas frías!