Alma Erótica José Luis Agurto Zepeda.

"El Paraíso perdido"

 

(Managua, lunes 9 de mayo de 1994)

 

Un cielo limpio y azul.

Un viento fresco paséabase entre los árboles.

El pasto verde se deleitaba con la serenata de un río de arpas

y por las noches los grillos con sus violines tocaban.

Al amanecer,

un suave rocío bañaba las copas de los pinos y de jardines floridos,

en donde las mariposas se posaban

y las abejas libaban la miel, laboriosas y contentas.

Las bestias no eran fieras,

mansos retozaban en la tierra

y en el mar jugaban los delfines con las ballenas,

(toda la tierra de armonía estaba llena)

y el hombre se deleitaba en tanta grandeza.

Las aves revoloteaban felices y sus nidos no estaban tan altos.

De amor cubrían con sus alas el nido que albergaba a los nuevos críos.

Un niño jugaba a los pies de un árbol y su padre le observaba con cariño.

Subiose al árbol, destruyó el nido y como conteniendo un grave alarido,

la madre del crío, partió su pecho sin haberlo partido.

El niño en su inocencia siguió jugando sumergido

y en los labios de su padre brotó una sonrisa.

(Como la de la víbora cuando Eva mordió el fruto prohibido)

Así comenzó a perderse el paraíso y hoy,

no hay ríos, ni árboles, ni mansas bestias; sino fieras, y el hombre la peor de ellas.

Así comenzaron las guerras…así comenzó la destrucción de la tierra

Hasta que un día…la detenga un niño.