Silencio y más allá la desolación
inalterable. Indómita se yergue
en el salvaje espacio del deseo,
soberano y auténtico de tenerte.
Soy un barco fantasma que se mece
acariciando un sueño, en el extremo
norte donde te espero, y al costado
ínfimo de tu ausencia desvalida.
Como un barco fantasma y sin escrúpulos,
me sumerjo en tu vórtice sin escala,
y caigo en el abismo hasta perderme
indefectiblemente, en tu oscuridad.
La noche que se apaga ante mis ojos
se lleva tus argucias, tus vocablos,
tu verbo más falaz, tus ironías.
Y se va sin decir nada, igual a vos.