Tu mensaje nocturno
hace huir la somnolencia.
"¿Puedes hablar?
Te llamo para que no estés solo,
quiero estar contigo,
meterme en tu cama, en tus brazos,
que me cubras con tu cuerpo".
Son las 23:56:07 horas.
Casi la medianoche del 11 de octubre.
Me quedo un poco confundido.
¿Me hablas, te hablo, a estas horas?
El tiempo corre algunos minutos
y por fin llamo a tu teléfono,
el nuevo día ya comienza
a la media noche.
Con voz muy queda
nos hablamos,
como queriendo que sólo
el corazón escuche,
las confesiones del amor.
Sonidos apagados,
el reflejo de la luz al otro lado,
el chirrido de una puerta
que se abre o se cierra.
Sólo tu y yo.
Tu voz llega al oído
y tu presencia tan distante.
Una paradoja,
estando tan cerca
sigues muy lejos.
El lenguaje se acaba
al intentar explicar o describir
lo que sentimos
cuando estamos juntos.
Desde el encuentro,
en el lugar que hemos acordado,
nace una emoción sin nombre.
Las miradas con las que jugamos
tienen su lenguaje,
que sin hablar o expresarlo,
lo entendemos, con gestos
y movimientos corporales
y algun suspiro que brota,
tal parece, espontáneamente.
"No se como decirlo,
-escucho tu voz que habla-
cuando estoy contigo
como que quiero ser tu,
y lo divino del amor,
hacerte sentir,
con mi presencia y sin mi.
Y olvidarme de quien soy yo,
entregarme a ti,
para que seas tu"
"Yo siento lo mismo"
-te contesto-
"Anhelo en cada instante
de íntima comunión
que te invada el goce
y su alegría te desborden.
Y que siendo el complemento
en estas experiencias,
tu las vivas en completa plenitud".
"Que me convierta en ti,
en tu propia huella.
En la pisada de tu pie
completo, quepa el mío,
para que sólo sea una".
Es el intento de explicarnos
lo que sentimos
uno con el otro,
el otro con el uno.
Acercarnos sin límite,
en su totalidadel yo con tu,
el tu con yo.
Borrar, desaparecer,
cualquier diferencia,
juicio, comparación
o reminiscencia.
Del punto cero
del infinito círculo,
sentir y vivir
estos momentos nuevos.
Por que la memoria se ha ido.
Por que los dos somos uno.
No hubo ayer.
No hay mañana.
La eternidad,
en este instante de unidad.
No hay noche,
tampoco día.
Lo sensorial desaparece
y se abre el telón
a otros niveles de conciencia,
donde nos damos cuenta,
la ilusión de las diferencias y dualidades
se ha evaporado.
En el diálogo nocturno,
se aclara un poco más
las sensaciones tan raras
e inexplicables
que brotan y nos avasallan,
cuando vivimos el amor,
que circula, no tan solo
en cada una de nuestras células
del cuerpo.
Éste viene de la profundidad del alma,
la verdadera esencia.
Cuando en el amanecer temprano,
lo corpóreo está inerte,
como dormido,
nuestras almas en su vuelo,
se entrelazan.
Recuerdan por un instantesu origen,
antes de que el sol
nos despierte de éste sueño.
EL POETA DEL AMOR.12-10-12
MÉXICO.