Y otra vez
el galope
en mi pecho,
corazón que azuza
mis sentidos;
yo que vine
a mi lecho
buscando,
el descanso
de mis noches
amanecidas.
Las palabras
brotan en mi mente;
juguetonas
bajan por mi brazo,
deslizándose
cual tobogán
hasta mi mano
y una vez en el papel
plasmadas,
vuelve la quietud,
mi cuerpo se relaja...
No comprendo:
- ¿que padezco?
Pregunto extrañada.
¡Eres poeta! Eso te pasa...
- ¿Quién, yo? No, no;
yo de poemas,
no entiendo nada...
BlancaLis