Mis ojos estaba absortos entre las imágenes vistas, parecía que sentía a lobo gemir de dolor, lo llore tanto a la orilla del rio que me quede dormida entre sollozos y desperté en una casucha pequeña algo rustica muy empobrecida, sentía que alguien cantaba a lo lejos más no podía abrir mis ojos, eran pesados y calientes, me dolía la piel, los cabellos y el aliento de boca era tan ardiente que sentí que me quemaba por dentro, detrás de mi almohada en un hoyo profundo me absorbía así pase por horas.
Cuando desperté Cristal me observaba, secaba mi sudor con un paño blanco deshilachado, me miro con tristeza yo baje mi mirada. Me senté a la orilla de la cama y le dije:
- debo irme, deben estarme buscando, ella sostuvo mi mano y me respondió: ¡Ay! de lo que vendrá, la mire fijamente como si la odiara, sentí en ese momento que ella era culpable de algo, no supe explicarme. Sin soltar mi mano siguió hablándome.
- cuídate de la sombra, ella viene por ti.
Salí en silencio de la vivienda y apenas podía caminar, se golpeaban las imágenes en mi mente, parecían tan vividas, tan reales que no podía comprender la magnitud de lo que venia.
Llegue a la entrada de la hacienda, Joel gritaba: - ¡la damita! A vuelto la da damita. Gritaba tanto que sus gritos ensordecieron y solo veía sus labios moverse nada más. Alcanzo a llegar a mi encuentro cuando caí desvanecida, me alzo entre sus brazos, yo sentí que me desprendía y caminaba a su lado, lo vi entrar conmigo entre sus brazos a la casona yo, me quede al filo de la escalera de pronto vi a lobo correr hasta mi, que alegría más inmensa mi lobo, mi fiel amigo de aventuras me lamia las manos, lo abrace tan fuerte y le prometí que nunca más nadie le haría daño pero a cambio necesitaba que hiciéramos un pacto conmigo que el me acompañaría por el resto de mi vida.
Continuará.