Me saqué el traje de la timidez para ser un caballero,
lentamente hacia ti me acerqué, y reparé de tus besos,
parecía inverosímil pero estabas en mis brazos, cierto,
no tenía mas para decir, lo restante era vivir el sueño.
Tu vida se había despertado de un letargo de milenios,
ese volcán yaciente bajo tu piel me mostró un infierno,
pedías que me alejara para luego fundirnos de nuevo,
las formas y siluetas de lo vivido levantaron un templo.
Combinadas en el deseo, sobre la noche de tu cuerpo,
las lunas de mis ojos posaron en ti un brioso silencio,
señal, que las estrellas, supieron apoyar con destello,
amor, haciendo contacto ambos, llevándonos al cielo.