Tardes de verano
entre bocinas de bicicleta
y conversaciones, que se refugian
a la sombra de un árbol, discretas.
Recuerdos, forjados por los rayos del sol
que mas calientan
y el gélido brillo de la luna,
a esas horas en que sus notas
te llevan hipnotizado a la cuna;
Entrelazados,
como en un anillo, fraguado
por el agua y por el fuego;
como salidos de una playa
donde naufragan viejos restos
de barcos oxidados,
que evocan otros tiempos,
donde las ratas son sus pobladoras
escondidas en la basura:
A pesar de eso los niños nos bañabamos.
Porque había una pequeñisima esquina
que los rayos del sol bendecían,
donde cruzando un estrechisimo camino
entre el brillo de blancos y amarillos,
podías ver a las abejas
como bandoleras saqueando
el preciado polen
que nos regalan las margaritas.
Al final,había una roca
en la que yo me solía postrar,
acomodado con los sueños como cojines
mientras tiraba piedras,
al fondo del mar.