Blas Roa

Fiebre

Empezó el invierno con su blanco

dejé de mi el sentimiento

pensando que había muerto

me cubrí las cejas de quebranto.

 

Desperté entonces asustado

como un huracán violento

ardiendo en fiebre y muy lento

corría el dolor de mi campo.

 

Descubrí pues, que sonreía 

dejando atrás mi triste cuento

le puse bálsamo al ungüento

que sanó el llanto de mi día.

 

Corrí desesperado por agua

buscando a tientas una tapara

que aliviara el seco de mi nuez.

 

Luego, sumergido como pez

abrí las puertas de mi sueño

del cual no fui tan dueño

como ese día en la fragua.

 

Bajó la fiebre y mis agobias

ya sereno sobre la vieja verja

fumando miedos que merman

en una bocanada azul mis fobias.

 

Temo vivir el ánimo enfermo

de padecer siempre el trastorno

dando balazos de cloroformo

a falta de vacuna y yelmo.

 

Y, que despertar en mis campos

sea sanar por volver a verte

y que si no se me da tenerte

para mi alma de madera

habrá siempre un martillo y dos clavos.