Morir es no vivir con tu presencia;
es amarte y no asirme a tus amores,
ver el mundo sombrío, sin colores,
llorar por el recuerdo de tu ausencia,
buscar y hallarte siempre en la conciencia
sin poder aferrarme a tus olores.
Mi reina, entre un millón de bellas flores;
sin ti no hay cielo, rosas, ni existencia,
sólo brumas de un mar infortunado,
por la brisa fugaz de tu partida
que deserta inconsciente de mi lado;
sin decir adïós, sin despedida,
dejando un cuerpo inerte, devastado,
y mi alma, cual errante por la vida.