Día tras día me pregunto
Que sería de nuestro mundo
Si separamos la bondad de lo inmundo.
Pero mientras busco mi respuesta, recuerdo que vivimos en una realidad distinta
Porque si los verdaderos sentimientos se reflejaran en nuestra apariencia, viviríamos en un cuento de hadas lleno de criaturas míticas, tan bellas como princesas, y de maldad tan horrible como un demonio.
Pero no vivimos así, y el problema no es ver a aquellas princesas, sino como ver a aquellos demonios, por que se disfrazaran de lo mejor que veamos, porque nos harán tan falsamente felices con sus mentiras tan perfectas, harán que nos hagamos adictos a ellos, lo peor, pueden envenenar el corazón de la niña más tierna que existe, todo por creer en aquella dulce mentira, que ellas mismas comprobaron una y otra vez, que solo llevo a la autodestrucción, y todo por creer nuevamente que esta vez sí es diferente.
Y al final, lo único que es esperar a que la esperanza pueda resurgir, que el amor puede esperar en silencio.