Deja caer, lentamente tus párpados;
dando tiempo a tus pestañas,
de recrear las caricias,
que posarán en tus mejillas.
Hazlo sereno, pausado, mientras profundo
respiras, embriagando tus pulmones
del olor de la cera -que se funde-,
que sinuosa resvala, en los bordes de una vela.
Escucha atento, el silencio, y haz
que baile tu mente con él,
una mágica balada, un lento...
Permite ahora, que tus sentidos calmos
se rindan a mi... Prometo...
no llegar a tocarlos.
Descubre el tiempo, parándose en tu piel,
erizando tu vello, cuando el mínimo espacio,
entre mi palma y tu cuerpo, se vuelva calor.
No hables, ni pienses, déjame tan solo
enmudecer contemplando, tu viril desnudez.
Me acercaré, con el sigilo de los gatos,
a susurrar cálido en tu oído,
el jadeante y húmedo te amo,
que se vierta, de mis más recónditos lugares.
Deja que explore, tu sediento torso,
con la delicadeza de una pluma,
que sea el contraste de su embrujo,
y el reflejo de mis dunas;
pues deseo propagar hiriente,
la lujuria y el placer de tenerte,
desde donde terminan mis manos
hasta tus ojos cegados.
Soplaré, con labios encendidos,
sobre el extremo de tu vientre,
arrastrando con mi aliento
las caricias que guarda mi boca;
las que anhelan verterse,
las que tus caderas ruegan.
Y quédate así, de ocultas pupilas,
de silentes clamos, de fervientes
y moldeados firmes,
que conformen la silla
sobre la que sentarme.
....