Uno mis manos, mis dedos
están entrelazados,
escucho mi voz que suplica...
¿qué?
¿piedad?
¿perdón?
¿clemencia?
O tan solo es un reclamo,
por los tragos amargos
que la vida me sirvió.
Mis ojos se han clavado
en la imagen de un Dios vivo,
que me ha prometido amor,
un paraíso eterno...
Más ¿quién soy yo, para tan siquiera mirarlo a los ojos?
Si me he olvidado de Él, he olvidado que murió por mí,
he olvidado que fue azotado hasta desfallecer,
he olvidado que corrieron ríos de su preciosa sangre... por mí!
Si María pudo soportar,
el ver a su Divino Hijo morir...
¿Por que´no he de soportar yo,
éste dolor y ésta soledad?
Mis lágrimas
no se comparan
con las lágrimas
que derramó María,
al ver a Jesús
crucificado por los hombres,
esos hombres, por los que Dios
entregó a su Hijo, por amor,
para el perdón de sus pecados,
entonces, hoy te digo:
¡Gracias te doy Señor, por mi vida!
¡Gracias te doy Señor, por mis hijos!
¡Gracias te doy Señor por mi familia!
¡Gracias te doy Señor por mis amigos!
Por un nuevo amanecer,
por esos tibios rayos del sol
que entran por mi ventana,
por cada noche de Luna llena,
por el aire que respiro...
por todo ¡¡¡Gracias Señor!!!