rodulfogonzalez

LUCIÉRNAGA

 

No te imaginas, bien mío,  cuánta admiración siento por la luciérnaga, ese diminuto animal volador que no necesita de luz ajena para brillar y guiarse en la obscuridad de la noche.

No te imaginas,  bien mío,  cuánta repulsa siento por quienes necesitan del fulgor de la luciérnaga para abrirse caminos a plena luz del día y tener figuración pública.

Tú los conoces.

¡Son tan ignorantes y se las dan de eruditos!

¡Cómo abundan en la fauna política!

Aunque no lo creas, bien mío,  las circunstancias existenciales me han obligado a ser luciérnaga para muchos mediocres.