En otras vidas
La soledad amaba a un pájaro amarillo.
El campo nos endulzaba la tristeza
con la viscosidad de los mangos.
Era época de abundancia,
y eso nos hacía, devota
e insoportablemente,
Felices.
Enumeremos:
Nada se sabe de lo nuestro
Ni de un nosotros.
Se escribe con bohemia del amante arrodillado
a la ternura de la distancia.
Se sabe que calla,
mantiene la opinión cerrada al enjambre de miradas.
Se sabe que sueña
y no hay pesadilla más sospechosa
que una mujer recostada leyendo el silencio
adornada con ropa.
Nos amamos
Le puedo escribir, como ahora
sin esquivar a la ausencia de la gramática.
Ya sabía yo:
el amor es un fragmento de una parte nuestra
en la alegoría pordiosera de un vacío con alas.
O, dicho con desacato:
El amor es una rama en la tesis altruista
de una raíz, concibiendo mil almas.
Como sea
Nos amamos
Contamos deshoras en recuerdos imaginarios
reunimos fragmentos de nuestros des-encuentros
amparados en el axioma budista de vivirnos muriendo.
Vivir en la alacena de otras muertes.
El amor hizo de nosotros
esta alquímica costumbre de llenar de imposible
al único trámite edénico en la tierra.
La burocracia de los miedos
nos coloca
a ti por la corriente
a mí al sur de la línea imaginaria
y por encima de ello y por debajo de todo
hacemos de la realidad
el cómplice elocuente de habernos querido
desde el cordón infranqueable
de la matriz del tiempo.
A pesar de nada
La nada del sueño nos detuvo
A pesar de todo
El todo del sueño nos retuvo
Era amor.
La realidad es una ficción de otra vida.
Nada se sabe de un nosotros
Somos tú y yo
Dándole perdiz a la manada.
Y eso nos hace
Devota e insoportablemente
Felices.