Murialdo Chicaiza

Carta a Glenda

Primera vez, amiga mía

que este intento yo hago,

tras vencer mi cobardía

escribirte en versos algo.

 

Voy pensando todo el día

algo mìo para contarte,

no te asustes, vida mía,

si esto no te parece arte,

pues bien ya me conoces

como suelo proceder:

a ti escribo muchas veces

aunque me falte el saber.

 

Ojalá siga con este brío

y esta inspiración fatal,

aquí ya no siento frío

¿y tú por allá, qué tal?

 

Espero que no te falte

la salud y la protección

-esto es muy importante-

¡Qué te de Dios mi bendición!

 

Como lo diría Pablo Neruda,

-y no puede ser de otra manera-

que verte aquel día, sin duda,

fue mejor que una pradera.

 

Y no sabes la mucha ayuda

que hallo cuando te visito:

fortaleces tanto mi vida,

y así mismo piensa Tito.

 

Yo si de esto estoy seguro

como si por mí lo dijera Dios,

si lees los versículos tres y cuatro

de Apocalipsis: el capítulo dos.