Pobreza, mal de males,
De tristeza, lágrimas y desesperación,
Donde los sueños están por los suelos,
Para poder traspasar el hambre,
Que está sumida entre el olvido y la desgracia,
Donde muchos arrastran ríos de miserias,
Entre las agudas espinas del sufrimiento,
Los hace pensar, en la oscura noche,
En el implacable frio que se mete hasta sus huesos,
Son ángeles equivocados,
Que arrastran el polvo en cada día,
Entre las calles empedradas de su desgracia,
Luchando con la codicia.
Sentados en una piedra,
Miran el horizonte y lo ven tan lejano,
Donde se va perdiendo la tarde, cubierta de nubarrones
Esperan tal vez que no llueva, y mientras su alma desespera.
Están con hambre, dormir no quieren, soñar despierto, será su fiesta.
Pero la verdad es que tienen sus pómulos saltados,
Y la mirada deshojada,
Que en el camino, se doblan como ramas secas,
Como crisálidas mojadas.
El tiempo sigue su marcha,
Y a veces no saben ni la hora ni el día en que están, ni quienes son
Ni porque son,
Sus relojes hace mucho tiempo detuvieron las agujas.
Qué triste, que cruel es la pobreza,
Que muchos recuerdan su hambre como un abismo
Que solo se oye el eco de sus estómagos vacíos,
Como si fueran desiertos en la lejana realidad,
Llevándolos a contemplar la muerte, su propia muerte,
Donde quedaran inmóviles, soñando con un pedazo de pan,
Que hubiera hecho felices, que aquel sueño, al menos
Fuera real.
Por eso, el canto de los aires, se han convertido en lamentos,
Por dejar a aquellos como árboles que están en el desierto sin agua,
Y que ahora parecen fantasmas de la noche,
Dando suspiros de tristeza y gritos desolados,
Que por desgracia, nacieron como unos ángeles equivocados
Sin alas y sin ese hermoso resplandor que ciega los ojos
Pero con signos de hambre y desnudeces.
JULIO CASATI