Ninia Noctivaga

Temblando

Poesía alusiva a los atentados del 15 de septiembre en Morelia Michoacán

 Tláloc llora esta noche

la muerte de siete hijos,

llora, llora

lo que nosotros vimos.

 

Caín esta admirado,

su ejemplo nos sirvió;

nos destruimos entre nosotros

con granadas de fragmentación.

 

Los suspiros de Gea

cimbran la tierra,

da pena que ella vea

como hacemos la guerra.

 

Cronos ha parado el tiempo,

el tiempo que había de amar,

para dar paso al siniestro

que nos ha hecho temblar.

 

Mientras que el poder

corrompió ya el corazón

de quien podía ayudarnos

y ahora  es decepción.

 

¿De qué sirven las palabras?,

¿Para que las condolencias?,

si la vida se apagó,

triste y distante se volvió,

entre la muerte y la violencia…

 

 

Aquí en Guayangareo

sangre inocente corrió,

derramando lágrimas de horror,

inundando una plaza

en plena fiesta y color.

 

A los mutilados

mil lágrimas no bastan

para sanar el cuerpo, la vida

el alma y la casta.

 

Valladolid se tiñó de rojo

con la inocencia infantil

por un estúpido que mató

la alegría juvenil.

 

El cobarde pedía disculpas,

antes del horror cometer,

por arrancarnos la paz

que soñamos una vez.

¿Qué culpa tiene los pobres?,

¿Qué culpa tienen los niños?,

que se han quedado tan solos

por siempre solos,

sin consuelo y sin cariño,

esos pobres, pobres niños.

 

¿Miedo?, si, y mucho

cada día, cada hora

si una explosión

y mil gritos escucho.

 

Somos presas perfectas

predecibles y contables,

para todas las sectas

que gozan de puestos respetables.

 

 

Presos en casa propia,

víctimas del terror

mientras Gea, Caín y Tláloc

nos miran con tristeza y admiración.

 

Mis hermanos

han pintado de verde

su cara, sus manos

por querer verse distintos

de quienes pintaron

de rojo unos lagos.

 

Turbaron bestiales

la mente del pueblo

al cobardemente ignorar

sufrimiento de enfermos.

 

El amor se esfumó de repente,

lo obligaron a huir,

pues no quiere ser herido

y lo pretenden destruir.

 

Nos han llenado de angustia,

no sabemos qué decir

pues si hablamos nos callan

antes de volver a reír.

 

Mientras un cobarde disfruta

el dulce sabor del pánico

en televisión otro refuta

las teorías, los cánticos.

 

Y volvemos a lo mismo

volvemos al horror,

volvemos a ser presas

del temor y la indignación.

 

 

 

Todos se lavan las manos

para no discutir,

pretenden ser hermanos

y nos quieren destruir.

 

Todo México mira de lejos

lo que hoy he de vivir

pues ven acercarse lento

de su vida el porvenir.

 

¿Permitiremos vivir

entre los muertos

dejándonos servir

como mudos, sordos y tuertos?.

 

La impunidad encaja

como cereza de pastel

cuando vemos la caja

en que descansa aquel.

 

El primer niño murió anoche

¿Cuánto más hay que esperar,

para cansarnos de esta vida

y poder así luchar?.

Pasa uno y dos días más

y no hay respuesta

para consolar

a quien perdió a su madre

en esa suciedad.

 

Parece ser que “los malos”

esta vez, no tuvieron que ver,

pues buscan a los culpables

para hacerlos perecer.

 

 

 

¿Qué pasó por la mente

de quien esto planeó

al darse cuenta del saldo

que su jueguito dejó?;

Una sonrisa sádica

tal vez su rostro iluminó

llena de amor propio

y de afán de destrucción.

 

¡Y pensar que era el prototipo

de la ciudad ideal!,

con sueños, cultura

y mucha jovialidad.

 

Indignados estamos todos

y todos callamos también

pues no sabemos si gritar

o seguir la vida

como ayer…

 

Se han tardado en castigar.

Tendremos que esperar

a que el responsable

quiera confesar.

 

Y vivimos temblando de horror,

viendo gente muerta con admiración,

con las venas llenas de terror,

temblando, siempre temblando

SIN SOLUCIÓN!