Mi mamá relata
que cuando era niña
las Semanas Santas
eran tan distintas.
Había mucho respeto
por las cosas divinas
y el pueblo completo
a la iglesia iba.
No se martillaba
ni se alzaba la voz
y todos escuchan
la palabra de Dios.
Se veía en televisión
la Pasión y Muerte
y con la Resurrección
se alegraba la gente.
se comía pescado
y dulces caseros
y como acto sagrado
no golpeaban el suelo.
De aquellas Semanas Santas
que relata mi mamá,
ya no queda nada…
¡Triste realidad!
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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