En un bello día
tu recuerdo llega diáfano a mi.
Y quiero decirte, madre,
que no hay momento
en que no estés en mi mente.
Admiro tu lucha incesante,
a través de la vida.
Recuerdo aquellos ojos tuyos,
que acariciaban con la mirada
y de solo verlos transmitían la vida.
Y de niño me sentía vivo de tenerte
cerca, trabajando, soñando,
sabiendo que estabas ahí.
Hoy, adulto yo, tu, mujer anciana,
de igual manera, madre, veo tu
mirada y me reflejo en ella,
y mi alma renace......
para glorificarte, madre.