Oscar Perez

Tarde

Tarde

 

La tarde cae como un fruto de oro,

sin ruido, es que es domingo, comentan los ancianos,

sin tiempo, es que es la urbe la que mide los segundos,

sin bocas y es que el hombre no se llena con el ocio.

Corren las micros en las cintas del tablero,

en los palacios alguien juega con fusiles,

un niño llora en el balcón de su ternura

al ver volar su corazón tras una moza.

Hay una gris resequedad en el espacio,

un batallar de tonos rosa con la muerte,

luego es el sol quien se desangra en pleno ocaso,

su eternidad termina herida por las sombras.

Es tarde pues, es el momento que en el día

lo que no fue pregunta qué no hicimos,

lo que sí fue se estira como un gato

y parte a ver para mañana qué almorzamos.

Es tarde ya, no sólo porque el día

termine de girar en nuestros ojos

sino más bien porque, complejamente simple,

no volveremos a esta orilla de la suerte.

Es tarde y no consuela comprobarlo,

que mañana haya otras tardes no redime de la ausencia,

es hora, pues, señor, de que durmamos,

la estrella que vendrá ya tiene sueño

y alguno de nosotros quizá quiera

alguna vez en esta tarde ya soñarnos infinitos.

 

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30 03 13